Una reforma democrática o una acción democrática en general debe hacerse no sólo con el consentimiento del pueblo, si no con sus propias manos [...].
Zevedei Barbu
El problema que existe en países como México o Brasil, es que tienen leyes e instituciones exportadas:
El error político podríamos denominarlo una ‘falacia abstractiva’: se piensa que el mejor régimen para Europa o Estados Unidos puede servir en África, Asia o América Latina. Las formas de gobierno deben responder a la historia, a la cultura, a las circunstancias coyunturales [...] la participación simétrica de los miembros de la comunidad que institucionaliza el poder político según sus propias tradiciones.
Debemos comenzar a ser libres de pensamiento, aunque aquellos que lo intenten serán separados de la sociedad en general -“subversivos”, “grilleros”...-, y enviados lejos de su patria, de su gente; con la intención de que no transmitan sus ideas. Pero, aún así, se deberá correr el riesgo.
El hombre radical en su opción, no niega el derecho de otro a optar. No pretende imponer su posición, dialoga sobre ella. Está convencido de su acierto, pero respeta en otro el derecho de juzgarse también dueño de la verdad, intenta convencer y convertir, pero no oprime a su oponente; tiene el deber, por una cuestión de amor, de reaccionar con violencia a los que pretenden imponerle silencio.
Hay muchos factores que evitan que la sociedad evolucione y comience a pensar por sí misma, uno de ellos es la educación. Desde pequeños se nos enseña lo esencial, lo indispensable; no se motiva un espíritu emprendedor y crítico. Ya en los niveles superiores se intenta subsanar ese error pero ¿habrá aún tiempo? Existen grandes escritores que comenzaron a leer (en forma) a los 25 años; esto nos demuestra que lo único que se necesita es la voluntad de querer hacer algo. La obligación de proporcionar una mejor educación (socialización) proviene del hogar, de las personas que están a cargo de él.
La pedagogía política puede enseñar práctica y teóricamente el “Estado de democracia”, desde la infancia en el hogar (por padres que exigan razones a sus hijos y acuerden decisiones por consenso respetuoso), [...].
Toda la tarea de educar, sólo será auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que le pierda miedo a la libertad, en la medida en que pueda crear el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia, y a la vez, de solidaridad.
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